La última serie de Netflix te atrapa y te dormís con la tele encendida. O, tal vez, el sueño te vence mientras hacés zapping hasta la madrugada. O simplemente ponés la televisión de fondo, pensando que te ayudará a conciliar el sueño, y la dejás encendida hasta la mañana siguiente.

¿Te suena?

Es una paradoja de los tiempos que vivimos. Por un lado, cada día nos volvemos más conscientes de la importancia y los beneficios de dormir las horas necesarias. Por otro, le prestamos muy poca atención a la necesidad de descansar a oscuras y en silencio. Y lo cierto, es que nuestro cuerpo lo necesita.

La irrupción del universo digital está invadiendo nuestro ámbito de descanso. Con la proliferación de smartphones, laptops y tablets, dormir con fuentes lumínicas se está convirtiendo en un hábito.

Según datos de la National Sleep Foundation, cuatro de cada diez estadounidense llevan sus celulares al dormitorio cuando se van a dormir. Entre los adolescentes de 13 a 18, la cifra supera el 70%. A su vez, más del 60% usan sus laptops antes de dormir, al menor cinco veces por semana.

Pensemos en nuestra rutina habitual. Es frecuente que nos durmamos respondiendo el último Whatsapp o mirando un video en Instagram. Incluso, muchos han reemplazado sus relojes despertadores por las alarmas del celular.

Aunque parezca un detalle menor, dormir con fuentes de luz afecta negativamente nuestro descanso. Y aunque la única iluminación de la habitación provenga de una pantalla encendida, ésta es suficiente para incidir sobre nuestra salud.

¿Y cómo nos afecta la falta de oscuridad?

Para que nuestro reloj biológico se mantenga regulado, es importante respetar momentos de luz y oscuridad que se suceden a lo largo de cada jornada. Estos patrones ayudan, por ejemplo, a regular el sistema cardiovascular. Por lo tanto, interrumpir periódicamente este ritmo puede volvernos propensos a enfermedades.

Detengámonos en algo.

La presencia de luz u oscuridad organiza nuestro ciclo vital y permitió la evolución del cuerpo humano a lo largo de miles de años. Sueño, hambre, temperatura corporal, entre otras funciones corporales, son reguladas por estos ciclos.

¿Los riesgos?

Además de las enfermedades cardiovasculares, estudios recientes señalan que la exposición frecuente a fuentes lumínicas durante el sueño aumenta el riesgo de sufrir afecciones como la obesidad y la depresión.

Entonces, ¿debemos abandonar la tecnología? Desde ya, eso no tiene sentido. Pero incorporar algunos hábitos pueden ayudarnos a darle más calidad al descanso. Es preferible evitar el uso de celulares, computadoras y dispositivos antes de dormir. Del mismo modo, conviene regular el consumo de televisión.

Mención aparte para los amantes de la lectura. De a poco, el papel es reemplazado por pantallas, y esto también afecta nuestro descanso. Si disfrutás de la lectura antes de dormir, es recomendable que la pantalla de tu e-book no tenga retroiluminación. Obviamente, la otra alternativa es… ¡volver a los libros impresos!

En síntesis, lo mejor para nuestro cuerpo al momento de dormir es una habitación libre de dispositivos y completamente a oscuras.  

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